Antonio Morales
Parece que Repsol no ha encontrado petróleo ni gas servible en nuestras aguas. Parece. Porque ni la petrolera ni el ministerio concitan credibilidad alguna ni en la ciudadanía ni en la mayoría de las instituciones públicas canarias. A lo mejor nunca sabremos realmente qué ha sucedido. A lo mejor solo posponen la operación para después de las elecciones. Sería más creíble, desde luego, si renunciaran a la concesión que les permite hacer dos sondeos más. Habrá que seguir vigilantes. No se puede bajar la guardia ante tantos intereses torticeros. No son pocas las manipulaciones y las mentiras a las que hemos sido sometidos para que aceptemos así, sin dudas, sin cautelas, sin más explicaciones, sin información veraz, el anuncio de Repsol de que se va con las perforaciones a otra parte. Deberíamos saber también si los seísmos de los últimos días en nuestro entorno tienen algo que ver o no con las prospecciones. Sería muy necesario que supiéramos si tienen alguna relación con la varada y muerte de algunos cetáceos encallados en nuestras costas. Habrá que seguir muy de cerca el taponamiento del pozo. Y las afecciones reales al medio natural. Y no cerrar los ojos a lo que ocurre a nuestro alrededor. Dicen que ahora se van para Angola y pasado mañana para cualquier otro rincón del planeta donde los ciudadanos están en peores condiciones para expresarse libremente. Como ocurre aquí al lado en Marruecos donde se vulnera el derecho internacional y las disposiciones medioambientales son mucho más laxas. Les importa un comino que la AIE afirme que dos tercios de los combustibles fósiles que permanecen en el interior de la Tierra no deberían ser extraídos para favorecer la implantación de las renovables y para luchar contra el cambio climático.
Pero esta larga lucha contra Repsol, el Gobierno del PP, “nuestro” ministro Soria y los círculos empresariales de apoyo logístico, nos ha servido de mucho a los canarios. Nos ha valido para profundizar en el conocimiento de la prepotencia y la soberbia de los que pretendían imponernos unas extracciones en contra del interés general; nos ha servido para conocer las arbitrariedades técnicas y políticas y el desprecio a Canarias por parte de quienes les parecía que en esta comunidad no se producirían afecciones medioambientales ni riesgos para la industria turística pero en Baleares sí; nos ha ayudado a valorar el oportunismo del Gobierno de Canarias que se apunta al carro del rechazo a la propuesta y se mantiene firme en apoyar la introducción del gas en este archipiélago a cualquier precio; nos ha mostrado con absoluta claridad que el 71,2% de los residentes en esta tierra ven incompatible el gas y el petróleo con el turismo y el medio ambiente…
Se hace absolutamente imprescindible en estos momentos, porque lo demanda la naturaleza y la ciudadanía, un gran pacto canario por la energía. Un gran acuerdo para hacer posible la implantación de un modelo energético limpio, renovable, democrático y endógeno. Para hacer realidad la soberanía energética canaria sostenida en la eficiencia, el ahorro y en los recursos naturales extraordinarios de los que disponemos. No podemos permitir que se siga apostando por el gas como se pretende con las Directrices de Ordenación del Sector Eléctrico que quieren aprobar el Gobierno canario y el PP porque el PSOE y el PP tengan un compromiso con las eléctricas para ayudarles a paliar el fracaso de la sobreinversión en ciclos combinados. Sería el hachazo definitivo a las renovables. No podemos seguir instalados en apenas un 6% de producción de energías limpias a pesar de que son mucho más baratas en Canarias que en cualquier otro lugar. Dice la consejera de Industria que dentro de dos años ya se instalarán los parques eólicos adjudicados, pero eso no es cierto. Es verdad que se está avanzando en la construcción de las estaciones y subestaciones necesarias para verter la energía a la red, pero no responde a la realidad afirmar que las balizas aeroportuarias afectan solo “a uno o a dos parques”, porque realmente impiden la implantación de más de un 80%. Y después están los incentivos, que se han otorgado solamente a una parte pequeña de los parques a instalar y con unos plazos imposibles de cumplir. Si no se pone fin a las zancadillas, las renovables en Canarias tardarán muchos años en hacerse realidad. Por eso es necesario un gran pacto de todas las fuerzas políticas que crean en un nuevo modelo energético para Canarias y que no se sientan condicionadas por factores externos o espurios. Es la hora de hacerlo y tenemos las mejores condiciones del mundo para conseguirlo.
Para no recurrir de nuevo al ejemplo de Navarra, vanguardia en España en producción de renovables, saco a colación ahora a otra autonomía gobernada por el partido popular. La Xunta de Galicia acaba de hacer público que en materia de energía su compromiso es con el medio ambiente y que por eso se ha trazado como objetivo conseguir que un 95% de la energía consumida en su comunidad proceda de fuentes limpias. Y no parece que esté diciendo un disparate ya que año pasado se alcanzó el objetivo de un 66% de producción energética con renovables.
Es el camino que señala la comunidad científica internacional si queremos evitar el agotamiento suicida de los recursos y el aumento catastrófico en dos grados de la temperatura. Y empiezan a hablar de ello los grandes fondos de inversión también. He comentado en otros textos como la Unión de Bancos Suizos ha empezado a recomendar a sus clientes la inversión en renovables. Lo acaba de hacer en estos días también Morgan Stanley que considera que para 2018 las renovables serán la principal fuente de energía eléctrica en el mundo. También la Unión of Concerned Scientists de EEUU considera que en quince años se cuadruplicará la producción de renovables…
Pero las políticas del Gobierno español y las del Gobierno de Canarias (a la zaga) van por otro camino. A pesar de que el último informe de Irena señala que la biomasa, hidroeléctrica, geotérmica y eólica son más competitivas que el petróleo, el gas y el carbón y que los costes de generación de las renovables son iguales o más baratos que los de los combustibles fósiles; a pesar de que los costes de la energía eólica se han reducido en un 58% en cinco años y en casi un 80% en la fotovoltaica; a pesar de que las renovables produjeron en España en 2014 más electricidad que ninguna otra fuente de energía; a pesar de que las subvenciones a los combustibles fósiles en todo el mundo cuadruplican las primas de las renovables… A pesar de todo eso y más, lo cierto es que la industria eólica crece en todo el mundo menos en España, donde éramos punta de lanza y en este último año apenas se alcanzó la implantación de un 0,1 MW, y la fotovoltaica está abocada a una quiebra en masa para 2015 porque no puede afrontar el pago de la deuda. Y, mientras, se constata que España ha aumentado en un 30% sus emisiones de CO2 desde 1990, al tiempo que se legisla para favorecer a las gasistas y a las eléctricas.
Tenemos que hacer posible otras políticas energéticas. Tenemos que obligar a que se implante un nuevo modelo energético. En Canarias es factible y necesario. Solo hay que ponerse. Haciendo lo que nos corresponde y exigiéndole al Gobierno central. De la mano de la ciudadanía, como con el petróleo. Porque dependemos en un 96% del exterior; porque tenemos recursos naturales suficientes; porque nos sale muchísimo más barato producir energía con renovables que con fósiles; porque nos amenaza el cambio climático con el aumento del nivel del mar, el calentamiento de las aguas y el desplazamiento de los alisios. Y no es tan difícil. Solo hay que aplicarse a trabajar -con firmeza, sin circunloquios y sin condicionantes externos- por la eficiencia y el ahorro, por favorecer el autoconsumo en los comercios, industrias y hogares, por despejar todos los obstáculos que atenazan a la energía eólica, por implantar millones de metros cuadrados de fotovoltaicas en edificios públicos e industriales, por potenciar la geotermia como energía limpia e inagotable, por sustituir las grandes centrales térmicas por plantas de generación más cercanas y permeables, por favorecer la implantación de las hidroeléctricas donde fuera necesario, por generar industrias, por fomentar la I+D+i, por crear miles de empleos verdes alrededor de las energías limpias… Lo que no vale son divagaciones. Ni medias verdades. Ni retrasar las soluciones.
(*) Antonio Morales Méndez. Alcalde de Agüimes
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