Pep Puig
Según se puede leer en la página web del glosario terminológico de Iberdrola el ahorro de energía es la reducción de la cantidad de energía para usos industriales y domésticos, para disminuir su utilización de forma abusiva o innecesaria.
Los señores del negocio eléctrico, tan acostumbrados, como están, en vender cantidades, siempre crecientes, de energía eléctrica, obtenida a partir de la combustión y/o fisión de materiales que se extraen del subsuelo de la tierra, utilizan la palabra ‘ahorro’ para referirse a la energía, cuando en realidad deberían hacer referencia al ahorro, no de energía, sino de los materiales (fósiles y/o nucleares) que han sido la materia prima de su sucio negocio (sucio por la contaminación que produce la combustión/fisión) para generar electricidad.
Durante el siglo XX, los materiales fósiles y nucleares han ejercido su dictadura energética sobre la sociedad, que se tradujo en el desprecio de las demás formas de energía, especialmente aquellas que se obtienen a partir de la captación y transformación de los flujos de energía que se manifiestan libremente en la biosfera (el Sol, el viento, el agua). Las energías renovables, que se basan en la captación y transformación de los flujos biosféricos, son una oportunidad única para que la sociedad pueda disponer de energía sin necesidad de quemar ni fisionar ningún material. Las tecnologías para su captación y transformación son únicamente inversiones en infraestructura, a diferencia de las energías no renovables que requieren, además de inversiones en infraestructuras tecnológicas, inversiones en materiales energéticos (los combustibles).
Termodinámicamente, la energía no se consume, ni nunca se ha consumido. Tampoco se ahorra. En el caso de los materiales fósiles y nucleares, cuyo contenido energético se libera a partir de su combustión o fisión, lo que se consume o se ahorra son los materiales que, quemados (los fósiles) o fisionados (los nucleares) para obtener energía eléctrica y/o térmica, desaparecen como tales una vez quemados o fisionados.
En el caso de las diversas formas de energía contenida en los flujos biosféricos, su aprovechamiento (captación y transformación) no significa ‘consumo’ de nada, pues el flujo, o lo interferimos (aprovechándolo) o lo dejamos fluir sin interferirlo (no lo aprovechamos). Pero en ninguno de los dos casos, ni se consume energía, ni se consumen materiales.
La energía simplemente se utiliza para proporcionar servicios, Y ello se puede realizar mediante su uso eficiente o mediante su uso derrochador. Que sea eficiente o derrochador dependerá de las tecnologías de uso final que transforman la energía en servicio, habiéndose obtenido la energía, bien por el consumo (combustión/fisión) de materiales energéticos, bien por el aprovechamiento de flujos biosféricos renovables (con las llamadas tecnologías de suministro).
Dado que las cantidades de materiales disponibles en la corteza terrestre son estrictamente limitadas, el gran reto del siglo XXI, será como conseguir la máxima cantidad de energía disponible para su uso, con la mínima cantidad de materiales (necesarios para construir los artefactos que permitan captar y transformar la energía contenida en los flujos biosféricos).
Para romper con la dictadura fósil/nuclear, que se impuso durante el siglo XX, se hace necesario disponer de artefactos (tecnologías de generación y tecnologías de uso final) que permitan, con los mínimos requerimientos de materiales, disponer de la energía necesaria para proveer los servicios que la sociedad demanda para disponer de una vida digna. Esta es la gran oportunidad del siglo XXI.
Fuente: http://www.energias-renovables.com/articulo/la-gran-oportunidad-del-siglo-xxi--20140826
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