Raúl García Brink
"Canarias es la Arabia Saudí de las energías renovables". Jeremy Rifkin
Antes de que la crisis financiera estallara en el 2007 con la quiebra de Lehman Brothers, muchos teníamos la esperanza de que el discurso de la sostenibilidad estuviera calando en distintas esferas de la vida política, social y económica. Los diferentes informes acerca de los efectos del calentamiento global habían generado una conciencia clara de que era necesario proteger el futuro del planeta mediante políticas dirigidas hacia la mitigación y/o reducción de sus efectos. Así, medidas como la reducción de las emisiones de CO2 o aquellas destinadas a favorecer las energías renovables se habían ido imponiendo después de casi dos décadas de deliberación democrática en el mundo desarrollado.
Sin embargo, el estallido de la crisis fue la excusa perfecta para ir tejiendo gradualmente un discurso que comenzó con la propuesta de reforma del sistema capitalista anunciada por Sarkozy para desembocar en el actual fundamentalismo neoliberal de los mercados como única salida a la misma. Este fundamentalismo es el que ha venido defendiendo el Partido Popular desde la llegada de Rajoy a la presidencia del gobierno. El ataque a las energías renovables y el empeño obsesivo del ministro José Manuel Soria por vincular el futuro energético del archipiélago a las energías fósiles, bien sea mediante las prospecciones o a través de la introducción del gas, son la perfecta expresión de una política dominada por los intereses particulares en la que la deliberación pública ni siquiera se contempla. Una posición no muy alejada de un Gobierno de Canarias que paradójicamente reclama el referéndum para las prospecciones al mismo tiempo que intenta aprobar con nocturnidad unas Directrices de Ordenación Sectorial de Energía en las que se consagra la introducción del gas y se invaden competencias de Cabildos y Ayuntamientos.
La crisis no puede convertirse en una excusa para obviar la deliberación pública acerca de cuál creemos los canarios que debe ser nuestro futuro energético. Si no intervenimos, terminarán imponiéndose las tesis de Repsol, Enagas o Endesa, es decir, acabarán primando los intereses particulares del lobby energético. La satisfacción inmediata de estos y el mantenimiento de la posición privilegiada de tales empresas es un objetivo prioritario con la excusa de la generación de puestos de trabajo y de riqueza. Pero tanto los problemas globales a los que nos enfrentamos como el futuro de nuestras islas no pueden permitirse respuestas sin un debate público sensato y una proyección temporal a medio-largo plazo. A nadie se le esconde ya que el cambio global que se avecina requiere de un contrato social intergeneracional que contemple los intereses de las generaciones futuras.
Por ello mismo hoy se hace más necesario que nunca apoyar iniciativas como la cadena humana del próximo día 10 de mayo que bajo el lema Nos sobra energía. ¿Por qué petróleo? tendrá lugar a lo largo de la Avenida Marítima entre la Playa de Alcaravaneras y Juan XXIII. Alguien tiene que decirle a los que nos gobiernan que la mediocridad y el sometimiento a los intereses particulares del lobby energético no pueden vertebrar el modelo de desarrollo de nuestro archipiélago, porque nos sobran energías renovables. Y nada más sensato que la ciudadanía lo exprese en un acto reivindicativo y festivo en la calle.
Antes de que la crisis financiera estallara en el 2007 con la quiebra de Lehman Brothers, muchos teníamos la esperanza de que el discurso de la sostenibilidad estuviera calando en distintas esferas de la vida política, social y económica. Los diferentes informes acerca de los efectos del calentamiento global habían generado una conciencia clara de que era necesario proteger el futuro del planeta mediante políticas dirigidas hacia la mitigación y/o reducción de sus efectos. Así, medidas como la reducción de las emisiones de CO2 o aquellas destinadas a favorecer las energías renovables se habían ido imponiendo después de casi dos décadas de deliberación democrática en el mundo desarrollado.
Sin embargo, el estallido de la crisis fue la excusa perfecta para ir tejiendo gradualmente un discurso que comenzó con la propuesta de reforma del sistema capitalista anunciada por Sarkozy para desembocar en el actual fundamentalismo neoliberal de los mercados como única salida a la misma. Este fundamentalismo es el que ha venido defendiendo el Partido Popular desde la llegada de Rajoy a la presidencia del gobierno. El ataque a las energías renovables y el empeño obsesivo del ministro José Manuel Soria por vincular el futuro energético del archipiélago a las energías fósiles, bien sea mediante las prospecciones o a través de la introducción del gas, son la perfecta expresión de una política dominada por los intereses particulares en la que la deliberación pública ni siquiera se contempla. Una posición no muy alejada de un Gobierno de Canarias que paradójicamente reclama el referéndum para las prospecciones al mismo tiempo que intenta aprobar con nocturnidad unas Directrices de Ordenación Sectorial de Energía en las que se consagra la introducción del gas y se invaden competencias de Cabildos y Ayuntamientos.
La crisis no puede convertirse en una excusa para obviar la deliberación pública acerca de cuál creemos los canarios que debe ser nuestro futuro energético. Si no intervenimos, terminarán imponiéndose las tesis de Repsol, Enagas o Endesa, es decir, acabarán primando los intereses particulares del lobby energético. La satisfacción inmediata de estos y el mantenimiento de la posición privilegiada de tales empresas es un objetivo prioritario con la excusa de la generación de puestos de trabajo y de riqueza. Pero tanto los problemas globales a los que nos enfrentamos como el futuro de nuestras islas no pueden permitirse respuestas sin un debate público sensato y una proyección temporal a medio-largo plazo. A nadie se le esconde ya que el cambio global que se avecina requiere de un contrato social intergeneracional que contemple los intereses de las generaciones futuras.
Por ello mismo hoy se hace más necesario que nunca apoyar iniciativas como la cadena humana del próximo día 10 de mayo que bajo el lema Nos sobra energía. ¿Por qué petróleo? tendrá lugar a lo largo de la Avenida Marítima entre la Playa de Alcaravaneras y Juan XXIII. Alguien tiene que decirle a los que nos gobiernan que la mediocridad y el sometimiento a los intereses particulares del lobby energético no pueden vertebrar el modelo de desarrollo de nuestro archipiélago, porque nos sobran energías renovables. Y nada más sensato que la ciudadanía lo exprese en un acto reivindicativo y festivo en la calle.
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