martes, 6 de mayo de 2014

Si “nos sobra energía” ¿por qué sube el recibo de la luz?

Cecilia Sánchez Suárez

En nuestro país en los dos últimos años el recibo de la luz de los consumidores domésticos ha subido casi el doble (en 2012 el tercero más caro de la UE tras Irlanda y Chipre). Muchos ciudadanos y ciudadanas han comenzado por primera vez a interesarse por conceptos antes desconocidos para el público general (qué es el déficit de tarifa, los peajes de acceso o el término de potencia, por ejemplo) y a hacerse preguntas  para intentar desenmarañar este panorama tan complicado y opaco para la ciudadanía; ¿cómo funciona el mercado eléctrico?, ¿se corresponde el precio de generación con el precio final del kilovatio de electricidad?, ¿por qué el sector de las renovables se está hundiendo si en España nos sobra sol y viento y fue pionera a nivel mundial en la pasada década en estas tecnologías? o ¿es ineptitud del gobierno o hay intereses muy poderosos detrás de este panorama?, serían las preguntas claves para entenderlo. Otros más prácticos se han esforzado en tomar todas las medidas posibles para ahorrar, echando un pulso casi inútil a esta situación, en la mayoría de los casos, bien bajando la potencia contratada o bien usando dispositivos de ahorro que aparecen en el mercado, entre otras opciones.


El gobierno justifica la reforma del sector eléctrico en el que estamos inmersos desde que llegó al poder y, especialmente, las subidas del recibo de electricidad básicamente en que es necesario equilibrar las pérdidas del sistema eléctrico debidas fundamentalmente:


  • a un misterioso y temido personaje llamado “déficit de tarifa”, un deuda generada de forma bastante oscura a partir del año 2002 y especialmente 2006 y que es la diferencia entre ingresos del sistema y gastos “estimados por las eléctricas” para la generación de la electricidad negándose sistemáticamente a ser auditadas para comprobar si se corresponde con la realidad  y que actualmente estamos pagando todos los ciudadanos y beneficiando escandalosamente a las grandes compañías eléctricas (a pesar de que al inicio de la reforma del sector eléctrico se insistió en que el coste de la subida sería asumida equitativamente por las eléctricas y por los ciudadanos).
  • las primas millonarias a las renovables han provocado en gran parte esta situación. Dicho argumento no tiene base alguna, ya que la electricidad generada por las renovables tiene el efecto de abaratar el precio de la electricidad en el mercado diario al ofertarse por ley a precio cero (además de los beneficios sociales y medioambientales que no interesa cuantificar), lo que compensa con creces dichas ayudas, que otra manera harían imposible la fuerte inversión inicial en dicho sector.
  • a la necesidad de incrementar los peajes o tarifas de acceso, pagos que en principio deberían servir para sufragar los costes que tienen las compañías en la distribución y transporte de la energía, pero en el que se incluyen otros como los de interrumpibilidad, 700 millones de euros anuales a empresas (como altos hornos, siderurgia o empresas del  automóvil) para garantizar que en caso hipotético de subida del consumo de electricidad se les corte a éstas el suministro). Además dichos peajes al constituir un concepto fijo en la factura tiene el efecto de premiar a los que más consumen o, lo que es lo mismo, penalizar a los que ahorran, porque aunque un consumidor se esfuerce por ahorrar en su consumo siempre va a tener que pagar alrededor de 60% de su factura en dicho concepto.
  • A los costes de producción de electricidad extrapeninsulares. En Canarias, por ejemplo,  las subvenciones al petróleo necesario para la producción de la misma supone 2.000 millones anuales. En dicho caso ¿por qué impiden el fomento autoconsumo ciudadano (especialmente adecuado para un sistema fraccionado como el de Canarias) basado en fotovoltaica y minieólica con futuros peajes de respaldo?

Todo despropósito y derroche en los tiempos que corren.  A pesar de su aplicación, el gobierno no conseguido ni contentar a las eléctricas ni estabilizar esta escalada constante y escandalosa de subida de la energía en un país azotado con tasa de desempleo del 25,3% o, lo que es lo mismo 5,77 millones de desempleados (casi un tercio de todo el desempleo de la UE que se sitúa en 18,91 millones, según datos de diciembre de 2013 de Eurostat). Parece contraproducente cuando en realidad se debería de apostar por abaratar la energía, fomentar las energías renovables, la eficiencia energética y las distintas modalidades de autoconsumo en todos los ámbitos ahora más que nunca, ya que está más que demostrado por distintos foros que es viable económicamente, si de verdad se quiere reactivar la economía y erradicar la pobreza energética, que ha supuesto que el pasado invierno más de 2 millones de familias no pudiesen pagar sus recibos y por tanto no hayan tenido alumbrado ni calefacción en sus hogares. Si nos sobra energía y estamos en un mercado donde rige la oferta y la demanda, es evidente que, además de mala gestión, hay otros intereses para incrementar desvergonzadamente y fuera de toda ética los precios a los consumidores.

Cecilia Sánchez Suárez.

Jurista, Miembro de Ben Magec – Ecologistas en Acción y de PX1NMEC y Máster en Energías Renovables.

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