José de León Hernández
Dentro de cincuenta años, el festival del 10 de Mayo, estaría debajo del agua. No lo decimos nosotros, sino el V Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU. Igual no tendríamos la panza de burro. El Proyecto Climatique, en el que participa el ITC, viene estudiando un desplazamiento hacia el este de los alisios en el área de Canarias. Varios informes de organismo internacionales han concluido este año, que a causa del Cambio Climático, habrán más enfermedades respiratorias, más pérdidas masivas de cultivos, la desaparición de numerosas especies, habrán incendios más catastróficos, olas más grandes y peligrosas, y miles de muertes, por fenómenos meteorológicos extremos, como el huracán Haiyan que dejó en Filipinas, el pasado año, 10.000 muertos y que en la Cumbre del Clima de Varsovia se relacionó con el Cambio Climático. No son vaticinios alarmistas, sino las conclusiones de la comunidad científica y de los millones de personas que lo padecen. Ya se sabe con un 97 % de fiabilidad, según el IPCC, que la principal causa del cambio climático proviene de la quema de combustibles fósiles.¿REPSOL y quiénes apuestan por la industria del petróleo y el gas natural y bloquean el impulso de las energías renovables, se siente responsable de esta alarmante situación?.
Lo que no quieren ver nuestros ojos no habita en nuestras conciencias. No podemos estar esperando asustados, mirando el horizonte, a ver si hay un accidente y se nos viene encima una marea negra. Eso, desde luego, no lo queremos, pero, mientras llega, hemos sufrido dos vertidos en nuestras costas en menos de un mes. El problema no son sólo las plataformas que pueden sacar petróleo aquí cerca, sino el creciente tráfico de petroleros que pasan por este puerto desde el Golfo de Guinea (paraíso de la industria petrolera pero también de la miseria, el hambre y la guerra). El Prestige, no era una plataforma, era un barco. Pero para comprender el problema, no sólo hay que mirar al mar, sino al cielo, donde se produce un vertido diario, creciente y silencioso, de millones de toneladas de gases contaminantes, debido a la combustión, sobre todo del petróleo. El reciente informe de la IPCC, es tajante, queda poco más de una década para frenar una tendencia que ya no tendría retorno.
En ese contexto, se quiere ahora hipotecar nuestro futuro beneficiando a unos intereses privados muy poderosos, en una doble dirección. Por un lado, apoyando la industria del petróleo y, por otro lado, evitando el desarrollo de las energías renovables y poniendo nuestras necesidades básicas de luz y energía en manos de oligopolios sin escrúpulos.
Esta semana hemos visto cómo el ministro de industria hace oídos sordos a los ciudadanos y a las instituciones canarias, manifestando que seguirá con los planes de REPSOL en las islas y que esa competencia es del Estado, despreciando el derecho de Canarias a decidir sobre unas aguas que no sólo bañan nuestras costas, sino que están unidas a nuestro destino. El Estudio de Impacto ha sido incompleto, sin garantías de participación pública, falseando informes y omitiendo, interesadamente, la propuesta de protección, como LIC, de una parte de las aguas canarias, por su extraordinaria biodiversidad y que curiosamente están afectadas por las prospecciones. Esa grave carencia ha dado lugar a que el Tribunal Supremo retrase su decisión sobre los recursos presentados, y que solicite nueva información al Ministerio, lo que podría paralizar las prospecciones, como ocurrió el año 2004.
Son muchas las cosas que hay que cambiar, y no es fácil hacerlo. No es fácil acabar con el poder especulativo y sin escrúpulos que mueven el mundo y lo hipotecan, y que habita en las grandes compañías del petróleo, el gas o las eléctricas. Pero tampoco es fácil cambiarnos a nosotras y nosotros mismos, para abandonar una forma de vida que nos lleva al desastre y agrava el Cambio Climático y que debería apuntar al ahorro, la contención y la eficiencia, donde, también, reside la felicidad. Pero en ese escenario de esfuerzos, hay que pedir coherencia a quienes dicen apostar por las energías renovables y se oponen a las prospecciones petrolíferas en Canarias, mientras bendicen un modelo desarrollista, sin límites, que ha hipotecado nuestro escaso territorio, para tener un 33 % de parados. Así, no hay sostenibilidad.
Por todo eso, hay que salir a la calle en todas las islas, como denuncia pero también como esperanza, porque nos sobra energía para luchar, para detener esta amenaza, para solidarizarnos con un movimiento, cada vez más necesario en el planeta, por frenar el cambio climático, por defender el futuro de estas islas sobre la base de un nuevo modelo energético. Ben Magec y la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético, han querido contribuir a esos objetivos y a generar espacios más amplios de encuentro. La consulta popular que ha solicitado el Gobierno de Canarias, se gana aquí, con la participación y la implicación de la ciudadanía, no sólo con las urnas. Este acto es ya una parte de esa consulta que algunos quieren evitar.
Estamos en campaña para las elecciones europeas y todo el mundo será ecologista, muchos de los que hipotecan el planeta y nuestro bienestar, colgarán de farolas con una ligera sonrisa para prometer lo que nunca cumplirán. Por eso, tiene que ser la ciudadanía quién reclame a esa Europa tan lejos y tan cerca, que apoye a este archipiélago, apostando firmemente por un nuevo modelo energético para Canarias. Es importante abrir un amplio debate y elevar una propuesta al nuevo parlamento europeo, para que este pequeño archipiélago al que llaman ultraperiférico, no se sabe bien de qué centro, pueda ser un paradigma mundial contra el cambio climático y por una nueva forma de vivir. Nos sobra mucha energía, no sólo por el sol, por el viento, por el mar que nos rodea, sino por esta gente que hoy, aquí, está haciendo el futuro.
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